Los trabajos de excavación
o seguimiento arqueológico
se realizan en muchas ocasiones en zonas urbanas en las que los
edificios y estructuras a rehabilitar son el fruto de la acumulación
de procesos históricos. El análisis del arqueólogo
en estos casos debe comprender tanto el estudio de la estratigrafía
enterrada en el subsuelo como aquella visible en forma de muros,
habitaciones o edificios.
Al igual que los depósitos
o estructuras encontradas en contextos arqueológicos, el
patrimonio construido debe ser analizado y comprendido desde el
punto de vista estratigráfico.
Los muros, ventanas y puertas, se relacionan entre sí con
un posicionamiento estratigráfico que permite su lectura
e interpretación
de acuerdo con técnicas arqueológicas. El edificio
tal y como lo vemos no es más que la consecuencia de la actuación
a lo largo de los siglos, restando y sumando elementos, que dejan
su impronta en forma de relaciones estratigráficas. El análisis
integral del edificio debe ser realizado con el intercambio de
información ofrecida por el estudio histórico, el
análisis estratigráfico, el estudio de los materiales
de construcción, la identificación de las fases cronológicas,
la constatación de patologías y el desarrollo del
proyecto de renovación.

Este análisis de conjunto
es fundamental en los proyectos que tienen como meta la intervención
con el objetivo de restauración del patrimonio construido.
En esos casos es fundamental la articulación entre la experiencia
del arquitecto restaurador y del equipo histórico-arqueológico
que ofrece informaciones y un análisis de la historia del
edificio, fundamental para la comprensión y resolución
de patologías y para el desarrollo del proyecto final de
restauración.
La metodología de intervención se desarrolla con un
primer análisis fruto de la investigación histórica,
archivística y bibliográfica. Las informaciones obtenidas
por este medio son cruzadas entonces con la información conseguida
por la lectura de los paramentos de acuerdo con las relaciones estratigráficas
existentes y con el estudio de la metrología de paramentos
y elementos constructivos como ladrillos, tejas, baldosas, azulejos,
etc. Esta información cruzada permite la identificación
de las fases constructivas y la reconstrucción de la historia
del edificio. El trabajo continuo de esta investigación se
discute de forma científica con el arquitecto restaurador
de forma que, a través de esta dialéctica y transmisión
de conocimientos, se llega a un enriquecimiento y mejora del proyecto,
creando plusvalías para el propio edificio.
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